El melocotón es la fruta perfecta para disfrutar en verano: es jugosa, aporta una gran cantidad de agua y, sin embargo, y a pesar de lo que pudiera parecer por su sabor dulce, su aporte calórico y de hidratos de carbono y azúcares es bajo.
Otra de las muchas ventajas de este fruto es el hecho de que aporta una gran cantidad de fibra alimentaria lo que facilita el tránsito intestinal y tiene un suave efecto laxante, por lo que es una fruta muy aconsejable para las personas que padecen de estreñimiento. Pero la fibra no sólo tiene ese efecto, sino que también contribuye a bajar los niveles de colesterol en sangre y a regular -en las personas diabéticas- los niveles de glucemia, ayudando a controlar la cantidad de azúcar en sangre de estas personas.
Es ideal para las personas que desean perder peso o están sometidas a un régimen de adelgazamiento, ya que entre la cantidad de fibra y la cantidad de agua del melocotón, el resultado es un efecto saciante, que quita el hambre con un aporte calórico muy bajo.
Es una fruta cardiosaludable. Si además de su exquisito sabor y de las propiedades nutritivas y beneficios que anteriormente hemos citado necesitara más argumentos para convencerse, podemos decirle que el melocotón tiene muy bajo contenido en sodio y un elevado aporte de potasio, por lo que su consumo es recomendable para las personas aquejadas de hipertensión arterial. El potasio es un elemento necesario para el correcto funcionamiento y la correcta transmisión de los impulsos nerviosos y para la actividad de los músculos.
Ya en menor cantidad y con menos relevancia, también aporta otros minerales como el magnesio y el yodo, que también son muy importantes para funciones fundamentales del organismo como el sistema inmunitario, el correcto funcionamiento hormonal, el tránsito intestinal, etc.
¿Y qué podemos decir respecto a su intenso color? Pues que no sólo lo hace estéticamente atractivo, sino que también es la causa de que su consumo nos aporte betacarotenos o provitamina A, una sustancia de acción antioxidante y que se va transformando en Vitamina A para el organismo a medida en que éste la demanda y la necesita. Dicha Vitamina A fortalece nuestro sistema inmunológico y previene el envejecimiento celular, las enfermedades cardiovasculares y degenerativas.